Palabras: Laura Langa Martínez / Fotografías: Ariel Arango Prada
¿Cómo vivir sabiendo que en algún momento nuestro cuerpo se parará, fallará del todo, y junto a él, terminará para nosotros esta vida? Eso va a ocurrir. Enfermar. Envejecer. Sufrir la violencia. Un accidente. Delirios. Fiebre. En última instancia siempre morimos. Existen limitaciones. Desigualdades. ¿Cómo aceptar, hacer frente, a lo que implica la muerte, propia o ajena? De repente se convirtieron estas preguntas, que siempre estuvieron, en lo que paralizó las posibilidades de reflexionar sobre sus respuestas, con acciones que van más allá de las políticas momentáneas hacia un virus.
Acciones que implican que si antes existía cierta resignación, ciertas resistencias que luchaban contra la imposición de la NO posibilidad hacia las alternativas en contra del capitalismo y su neoliberalismo, ahora se volvió intolerable actuar si no cumples con las normas, la prohibición, las fronteras, el NO, porque nos hicieron poseedores de imaginarios sobre virus y epidemias que nos traen la muerte por la contaminación inevitable. Juicios. Odios. Aislamiento.
La pandemia se materializó, se corporalizó, se territorializó y con ella el imperativo moral de evitar el contagio, fragmentando el espacio de lo común, usando el miedo y la distancia para evitar cualquier transformación.
Compartimos a continuación, de manera parcial y subjetiva, por eso son fragmentos, lo que ha sido para nosotros estos últimos meses. Creación basada en nuestras circunstancias, testimonio visual y textual, modificado a posterior porque ahora empezamos a recordar lo que vivimos sin la peligrosa inmediatez.
TELEGRAMA:
La radio reporta el número de muertos. El de contagiados. Las frecuencias de la radio ya se escuchan por internet. Sintonización desde el mouse. No hay televisión en casa. –STOP-
Abrimos la prensa virtual a cualquier hora, no importa que no sea la hora de las noticias. Desborda la información. –STOP-
Anuncian datos. Número de muertos por regiones, por departamentos, por ciudades, por comunidades autónomas, por franja etaria, por lo que sea y cómo sea. Google actualiza estadística casi por segundo. Más cifras. Por miles. Por cientos de miles. -STOP-
Las cifras sólo aluden al COVID-19. La inmediatez. La intensidad de ser lo único. El pasado queda borrado del por-venir. Estamos imbuidos e imbuidas en la pandemia. No podemos desconectar. -STOP Y FIN-
El centro de estos fragmentos, lo que los articula, nuestras contradicciones, tristezas y frustraciones, no son los temas que se discuten popularmente, ni los nombres de los personajes centrales que salen a discutirlos. El problema ni siquiera reside en los hechos de los que nos dicen que se ocupan, sino en la brecha creciente que se sigue abriendo, entre los que mueren y los que matan. En que cada vez se filtra más el miedo que se ocupa de ocuparnos.
Primeros fragmentos
NEGAR LAS POSIBILIDADES, EL PASADO Y EL POR-VENIR.
¿Cómo enfrentar el recuerdo de lo que fue nuestro confinamiento, cuando muchos siguen confinados, cuando otros muchos siempre lo han estado, y cuando se vive con el anuncio constante del riesgo a volver al confinamiento?
Se dice que no hay mejor manera de olvidar que repetir la historia. Tantas veces como sea necesario hasta que se hace habitual y su excepcionalidad se pierde. Pensamos, sólo serán unos días, apenas unas semanas, NO puede ser global, por qué ahora y por qué por esto. ¿Pueden “obligarnos” a aislarnos más entre nosotros? Un mes. Mejor dos. Día a día todo se repite. NO pueden encerrarnos. NO puede parar todo. Y en parte así fue, NO todos pudieron confinarse, ni paró todo, aunque algunos nos lo quisieron hacer creer. El control es lo primero en corporalizarse.
>> 14 de Marzo de 2020, el Gobierno español reunido en Consejo de Ministros extraordinario presidido por el Presidente ha aprobado declarar el Estado de Alarma en todo el territorio nacional por un periodo de quince días, para afrontar la situación de emergencia sanitaria por el coronavirus COVID-19 en España >>> <<< Este teletipo se repite cada 15 días hasta el 21 de junio de 2020 >>>
<<< Más de tres meses >>>
0.
DÍA CERO. La desconfianza se va filtrando entre lo que se dice y lo que se hace. Y eso que apenas comenzaba a vislumbrarse el por-venir. Mañana entrará en vigor el Estado de Alarma, y un señor en su balcón ya grita, o mejor dicho insulta, a una señora por pasear a su perro. ¿Qué absurdo no?
[ Ni empírica, ni descriptiva, no hay crítica posible cuando enfermamos de la norma y los medios masivos se constituyen como el poderoso ámbito de producción de la única verdad. ]
Primeras semanas del confinamiento, nos sentimos con la necesidad de acercarnos a leer las teorías que algunos llaman “conspiratorias” otros “post-apocalípticas”. Una tras otra. Los ensayos se multiplican. Esperas para que las y los filósofos, pensadores de cabecera, nos den las respuestas. Encontrar una forma de alejarse de la confusión. Llamadas. Y la única sospecha que se hace irrefutable es que las Políticas de destrucción selectiva siempre han existido, antes del COVID y ahora, por eso abandonan a náufragos en el Mediterráneo, disparan a las embarcaciones, bombardean poblaciones, dictan legislaciones y recortan presupuestos para que la gente se quede sin asistencia sanitaria, bajan drásticamente los salarios, queman el Amazonas, pueblos se desplazan por la llegada de la minería y la agroindustria que a su vez contamina los ríos, hambrunas y desnutrición, más enfermedades se extienden para el beneficio de las farmacéuticas, los agrotóxicos entran en nuestro plato de comida, levantan Centros de Internamiento de Extranjeros y campamentos de refugiados en Europa que no entienden de humanidad, trasladan fábricas para explotar a la mano de obra, sin derechos ni condiciones mínimas… Y sigamos leyendo o no, la destrucción continua.
No sabíamos que las paredes se pueden meter tan adentro de uno, que no sepamos lo que está pasando fuera. Y aunque uno no tiene por qué conocerlo todo, o aunque uno tenga acceso a los medios de comunicación, o justamente por eso, el riesgo reside en creer que todo va a salir bien sin cambiar nada. Lo que impide el acto de tener la conciencia de lo que está sucediendo fuera. Y por tanto la acción. El cambio. Ser consecuentes.
La realidad dejó de existir.
Y tan adentro se metieron las paredes de nuestra casa que ya no vemos otras casas. Otras realidades. No podemos digerir cómo y por qué separaron a la humanidad en habitáculos y Estados. Yo aquí, ellos allá y un muro de por medio. Lo que nos atravesó el corazón.Ya no sirve lavarse una y otra vez.
Hay manchas que no se
caen.
Ayer nomás. Hoy. Pero me temo que también mañana.
Nos llegan invitaciones a encuentros por Zoom, reuniones, seminarios, charlas, conferencias. Facebook live, webinar… la virtualidad hizo su presencia. Y aún creyendo en las potencialidades para generar encuentros como éste, donde tú puedes ver lo que nosotros vimos y leer lo que nosotros decimos. Nos asusta cuando golpea a nuestra puerta con tanta presencia. Cuando la ficción de Orwell se corporaliza y se nos niega el contacto. Cuando abrir o no la puerta depende cada vez menos de nosotros. El cursor ya no responde, debemos haber apretado la tecla equivocada, porque las cámaras y los micrófonos quedaron prendidos.
Veo su expresión. No disimulé. Le veo aunque no le toque.
La publicidad a primeros de año de los operadores móviles nos avisaba de que el 5G estaba ya entre nosotros. Nominalmente los medios centraron la atención en la “guerra comercial” entre el gobierno de Trump y Huawei (China). Redes sin cable. Mayor velocidad de conexión… y comenzaron a decir que tendremos hogares más “inteligentes” (artificialmente), autos sin conductor, y todo podrá ser susceptible de conectarse a través de antenas y microchips de manera inalámbrica a internet. Dicen que servirá para monitorear en todo momento nuestro estado de salud, haciendo innecesaria incluso la visita al médico, hasta escuchamos que los retretes podrán enviar los datos al médico para una analítica y las neveras estar conectadas a nuestro móvil. ¿Qué absurdo, no?
La prensa española ya está haciéndose eco de la reasignación de frecuencias de la TDT —700 Mhz— de los permisos concedidos para el uso de la nueva banda de 3.5 Ghz y de las ondas de muy alta frecuencia milimétricas. Y todo ello sin importar cómo nos van a afectar las nuevas emisiones, el aumento de la contaminación electromagnética y en contra de los llamamientos científicos que denuncian daños para la salud y el medio ambiente (https://www.5gspaceappeal.org/the-appeal).
¿Realmente es necesario? ¿Para qué? ¿Quién se beneficia? ¿Quiénes tendrán que poner de nuevo su cuerpo y su territorio para que esto sea posible? más minerales, más satélites al espacio, más de todo…
No hay vuelta atrás, y ya avisó la publicidad, estamos en la era del 5G y con ella también su “eficacia” y su “rapidez” de más cámaras, más drones, más video-vigilancia y más sistemas de reconocimiento facial y biométrico.
¿Qué haces? ¿Qué consumes? ¿Qué piensas? ¿Qué quieres? ¿Dónde estás?
Las preguntas se vuelven innecesarias.
Veo su expresión. No disimulé. Le veo. Y le controlo.
#quédateencasa. Colmenas, iguales, una al lado de la otra, esa es nuestra sensación al ver cualquier monobloque de las periferias de las ciudades. Incontables familias de número dispar se guardan en sus viviendas. A primera hora de la mañana las luces se comienzan a prender. Los supermercados están abiertos. Las fábricas. Amazon y sus repartidores. Toda la red productiva, #sigueconsumiendodesdecasa, #nodejesdetrabajarsieresesencial. Pero, ¿quiénes son los esenciales para mantener el sistema?
Hace tiempo que comenzaron un doble juego con nosotros, ganar a costa de la salud y la vida de los demás, de su explotación, mientras mantienen una imagen de ejemplaridad hablándonos de cuidados y de salvar nuestras vidas. Es la perversidad de un sistema que tiende a volver a la gente dependiente de necesidades creadas para sus beneficios. A segregarla.
#trabajaparapagardeudas, #trabajaparatenercosasquenonecesitas, #nosalgasdetuconfortparasaberacostadequiénydequées
Y así es cómo comenzamos a aceptar ciertos confinamientos/aislamientos, incluso a romantizarlos – ¿quiénes pueden hacerlo? -, mientras aumenta la precaridad y no cambian los patrones, ni las instrucciones, ni las normas que mantienen el juego, que todo siga funcionando para proteger a las grandes empresas y así seguir produciendo.
Compra, usa y tira, no importa a costa de quién y de qué.
PASARON LOS DÍAS Y LA PRENSA COMENZÓ A TITULAR:
“WALMART SE CONVIERTE EN LA EMPRESA MÁS RENTABLE DEL MUNDO. 524.000 MILLONES DE DÓLARES.” SE TRATA DE SUPERFICIES COMERCIALES DE VENTA DE PRODUCTOS DE COMIDA CONGELADA, REPOSTERÍA, CARNES, FARMACÉUTICOS…
“LA EMPRESA BIOTECNOLÓGICA FRANCESA NOVACYT, CREADORA DEL TEST DE DETECCIÓN DEL COVID-19, HA VIVIDO EUFORIA EN LA BOLSA DE PARÍS, GRACIAS A LA EXPANSIÓN DE ESTA EPIDEMIA.”
“LA EMPRESA JAPONESA KAWAMOTO CORPORATION, FABRICANTE DE MASCARILLAS, ES OTRA DE LAS GRANDES BENEFICIADAS DE ESTA EPIDEMIA. LOS TÍTULOS DE LA EMPRESA NIPONA HAN SUBIDO UN 827%.”
“NETFLIX SUMA 16 MILLONES DE SUSCRIPTORES.” “SUS BENEFICIOS BRUTOS EN EL TRIMESTRE FUERON DE 958 MILLONES DE DÓLARES, FRENTE A LOS 459 MILLONES DEL MISMO PERIODO DEL AÑO ANTERIOR.”
“VISCOFAN, DEDICADA A LAS ENVOLTURAS PLÁSTICAS PARA PRODUCTOS CÁRNICOS, HA DISPARADO SU COTIZACIÓN DESDE QUE SE DECLARÓ LA PANDEMIA.”
“ZOOM LLEGA A 300 MILLONES DE USUARIOS Y VALE EN BOLSA UNOS 46.000 MILLONES, MÁS DEL DOBLE QUE TWITTER.”
“JEFF BEZOS [AMAZON] ELEVÓ SU FORTUNA EN 25.000 MILLONES DE DÓLARES DESDE ENERO AL 15 DE ABRIL DE ESTE AÑO.”
Segundos fragmentos
NEGAR LA VIDA, SU RAZÓN Y SU PASIÓN
Si algo define lo que está mal. El imperativo moral. Lo que debiéramos acatar sin cuestionamiento. La consigna a transmitir. Lo que contradice toda ética. La responsabilidad ante lo comunitario. Es lo que estaba antes del virus y sigue estando. Ella llora. Llora ante el distanciamiento, que es hostilidad, de quienes caminan por delante de ella preocupados por su contagio, de sus miedos propios pero no de los ajenos.
Miedo, ¿a qué?
Miedo que son muchos miedos y que en algunos casos aparecen todos juntos. Miedo al contagio. A no tener con qué vivir. A perder el trabajo. A no tenerlo nunca. A sufrir ansiedad. Al encierro. A ni siquiera tener dónde encerrarte. Al contagio de “los míos”. A lo que vendrá después. A la soledad. A morir. Miedo al egoísmo.
Pero también miedo al Estado. A la brutalidad policial. A que me deporten. A ser detenido. A la pobreza. Al rechazo del otro. A la persecución. A la ausencia de resistencias. Miedos porque los Estados intervienen más de lo habitual. Y no morir parece depender ahora de sus decisiones, como si antes no.
Orden y cuidado.
Negaba que fuera posible.
Es olor a experimento.
A laboratorio.
A limpieza.
A control.
LOS TITULARES SE SUCEDEN:
“LAS MEDIDAS DE CONFINAMIENTO Y DISTANCIAMIENTO ESTABLECIDAS POR LAS AUTORIDADES ESTADOUNIDENSAS SIRVIERON DE ESTÍMULO PARA LAS VENTAS Y LOS BENEFICIOS DE LOS MAYORES FABRICANTES DE ARMAS DE FUEGO DEL PAÍS, COMO STURM, RUGER&COMPANY Y AMERICAN OUTDOOR BRANDS, QUE HAN VISTO REVALORIZARSE SU COTIZACIÓN EN WALL STREET ENTRE UN 38% Y UN 50%, RESPECTIVAMENTE […] EL SISTEMA NACIONAL DE VERIFICACIÓN INSTANTANEA DE ANTECEDENTES PENALES PARA OTORGAR LICENCIA DE ARMAS SE DISPARARON EN MARZO A UN RÉCORD HISTÓRICO 3,74 MILLONES, EL CUARTO MAYOR DATO MENSUAL DE TODA LA SERIE HISTÓRICA.”
“LOS ESTADOUNIDENSES COMPRARON AL MENOS 1,9 MILLONES DE ARMAS A MEDIDA QUE ESTALLABA LA CRISIS DEL CORONAVIRUS, EL SEGUNDO MAYOR PICO DE LA HISTORIA TRAS ENERO DE 2013.” (ABRIL)
“LA MULTINACIONAL NAMMO TIENE PREVISTO REANUDAR LA ACTIVIDAD DE LA FABRICA DE ARMAS EL 13 DE ABRIL […] YA QUE TIENEN NUMEROSOS PEDIDOS DE FUERA DE ESPAÑA A LOS QUE TIENEN QUE DAR RESPUESTA.”
“EL COMERCIO DE ARMAS CRECE UN 5,5% EN EL MUNDO. LOS PRINCIPALES EXPORTADORES DE ARMAS SIGUEN SIENDO ESTADOS UNIDOS Y RUSIA, SEGUIDOS DE FRANCIA, QUE VIVIÓ UN FUERTE INCREMENTO. ARABIA SAUDITA FUE EL PAÍS QUE RECIBIÓ MÁS ARMAMENTO A PESAR DE LAS DENUNCIAS SOBRE VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS QUE PESAN SOBRE SU GOBIERNO.”
“UNO DE LOS MAYORES FABRICANTES DE ARMAS DE RUSIA, LA EMPRESA DEDICADA A LA FABRICACIÓN DE FUSILES DE ASALTO KALÁSHNIKOV, HA HECHO UN CAMBIO EN SU INDUSTRIA Y AHORA SE DEDICA A CREAR MASCARILLAS.”
La gente muere cuando una bala le atraviesa el cuerpo.
40.
DÍA CUARENTA.
NOS VAMOS DE LA CIUDAD.
Dejamos Madrid en pleno Estado de Alarma. Las rutinas y lo cotidiano queda trastocado.
Son los días donde las fotografías de las ciudades vacías pasan de lo excepcional a lo habitual. Algunos animales se vuelven protagonistas cuando antes nadie era consciente que estaban allí o que debían de estarlo. Tiempo en el que la gente celebra sin el necesario escepticismo titulares como que se puede respirar el aire más limpio de las ciudades, como si ahora pudieran hacerlo y como si no volverá a estar contaminando en cuanto los millones de coches invadan de nuevo las ciudades. Olvidando u obviando por ejemplo el aumento de la contaminación electromagnética y de los miles de satélites lanzados en este tiempo al espacio. Las fábricas siguen funcionando y muchos de los programas de control de residuos y contaminación se frenaron por miedo a contagios. Nada cambio. Mientras la seguridad–higiénica–sanitaria está ocupando todo vacío.
¿Atravesará la piel y los tejidos, instalándose en nosotros el virus? ¿O el miedo?
Confusión y desconcierto.
El viaje tiene un destino.
El campo.
La rapidez de la expansión globalizada de un virus y sus implicaciones dan vértigo. Las cifras (intangibles y a la vez con el poder de lo preciso) de enfermos y muertos día a día crecen siempre en algún país desde principios de año. En apenas unas semanas, muchas fronteras comenzaron a cerrarse, y aún ahora siguen estando. Y sin ninguna resistencia, los dispositivos disciplinarios rígidos y estrictos parecen ser éticamente irrefutables. Tomamos un tren con la rapidez de llevarnos al pasado. Llegamos a un hogar donde guarecernos.
La España vacía la llaman. Somos menos de 100 vecinas y vecinos censados. Y aunque cada familia está en su casa (el Estado de Alarma está en su plenitud). Parece que la incubación del virus del individualismo como única posibilidad para sobrevivir no está tan asentada.
Terceros fragmentos
AFIRMAR EL CAMPO COMO HORIZONTE POSIBLE
¿Sienten apego los árboles?
El campo jala hacia abajo y hacia fuera de nosotros, no quiere dejar que avance la maquinaria del urbanismo. De su modernidad salvaje. No dice nada, pero tampoco se va. Aunque poco a poco se va derruyendo. Cayendo. Se va acomodando al abandono. Al silencio. Al vacío. Sufre las consecuencias de quienes tienen lo que necesitan pero quieren más. El campo debe jalar exigiendo que el mundo vaya lento, frenar el consumo, jalar hacia atrás. Para volver a sentir el apego de los árboles.
ESCRITURA ARQUEOLÓGICA.
Hay árboles que supervisan todo en el campo, parecen estar abrazando los cielos. Son árboles que han pasado muchas lluvias y vientos. Han tocado cientos de lunas y cuando todo era bosque, se entretejían entre ellos. Sobrevivientes de ese pasado acompañan ahora la soledad. Sienten apego a otros tiempos, reaccionan ante los cambios que perciben en su entorno. La muerte se los está apropiando poco a poco. Y como si nada grave estuviera sucediendo, como si todo fuera normal, dejamos de transmitir la herencia cultural del cuidado de la tierra.
Sembrar. Segar. Trillar. Aventar. Recoger. Apolcar. Abonar. Regar. Podar. Pastorear. Cuidar. Signos vitales del campo.
¿?=X
PERDIMOS LA CUENTA DEL DÍA.
La vida aquí nos permite sentir que la tormenta del COVID cesó por unos instantes.
El sonido de la naturaleza interrumpe los noticiarios para prestar atención a lo esencial. Y es que la vida reside en el delicado equilibro de la relación entre nosotros y la naturaleza.
Durante años los eventos que fueron aquí pasando no entraron en nuestras conciencias. Se quedó atascado el tiempo, para sentir ahora un asombro compartido cuando encontramos los vestigios de lo que fueron estos lugares. Nada escapa a la atención de lo que sucedió antes, ni de lo que condicionalmente sucederá mañana. Procesos de tiempo profundo que fueron consecuencia del ritmo de la acumulación, el monocultivo, la distribución a kilómetros de distancia, la desvalorización de la mano de obra, la entrada de agrotóxicos y semillas transgénicas. Productividad. Producir más y más barato. Árboles que enferman. Maquinarias que no requieren de la sabiduría de aquel que dedicó su vida a cuidar el campo, a conocer el tiempo de cada planta y de cada animal.
Grandes extensiones de tierra maltratada sobreviven a una muerte agónica. Y son las que nos permiten entender el porqué de la lenta conciencia de un Estado, de una sociedad que va viendo como el comercio de proximidad, la tiendita de la esquina, debe cerrar mientras va a comprar al supermercado. Y así entender el porqué de las políticas y sus debates públicos que defienden que vender tus productos del campo en la plaza de mercado es un posible foco de contagio, pero no ir a un supermercado. Comercios en los que todo o casi todo está embalado en plástico, guantes de plástico, bolsas de plástico… Comercios donde prima la comida procesada, consumo, y en los que la conciencia se volvió a obviar para poder mirar los estantes de comida sin querer saber cómo fue la cadena de producción, las condiciones laborales, la explotación de quienes trabajan…
¿Qué será lo que finalmente nos mate?
Crecen las plantas
donde cuidas, donde no pisas
sabiendo quién las habita.
LOS TITULARES SE SUCEDEN Y EN APENAS UNA SEMANA PERIÓDICOS COMO EL SALTO DENUNCIAN:
“TRES INCENDIOS EN POBLADOS DE HUELVA DEJAN A MÁS DE 400 PERSONAS TEMPORERAS SIN TECHO. EN SÓLO CINCO DÍAS, EL INCENDIO DE TRES POBLADOS CHABOLISTAS HABITADOS POR TRABAJADORES MIGRANTES DEL CAMPO, HA DEJADO A MÁS DE 400 PERSONAS SIN TECHO. EL FUEGO NO SÓLO HA DESTRUIDO SUS CASAS, SINO TAMBIÉN DOCUMENTACIÓN VITAL PARA SUS ASPIRACIONES DE REGULARIZACIÓN. ALGUNAS FUENTES SOSPECHAN QUE LOS INCENDIOS PODRÍAN SER INTENCIONADOS.” (17 JULIO)
“LLEIDA: LOS TEMPOREROS RECOGEN LA FRUTA ENTRE LA PRECARIEDAD Y EL ESTIGMA. PESE AL CONFINAMIENTO, LA TEMPORADA DE LA FRUTA EN LLEIDA AÚN NO HA ACABADO. MILES DE TEMPOREROS SIGUEN TRABAJANDO EN LOS CAMPOS DE LA COMARCA DEL SEGRIÁ ENTRE MALAS CONDICIONES LABORALES, FALTA DE ALOJAMIENTO Y BAJO LA MIRADA DE UNA SOCIEDAD QUE LES PERCIBE COMO UNA AMENAZA SANITARIA”. (20 JULIO)
“EL ESPACIO HABILITADO PARA LOS TEMPOREROS DE ALBACETE ES LAMENTABLE […] LA SOLUCIÓN A UN REBROTE NO ES ENCERRAR A PERSONAS EN UN ESPACIO SIN LAS CONDICIONES MÍNIMAS DE HABITABILIDAD Y SIN UN CONTROL SANITARIO ADECUADO.” (23 JULIO)
No podemos imaginar un hogar sin el cuidado de los demás, sin el cuidado a uno mismo. Afirmar la vida es mostrarse contrario a las prácticas excluyentes y expropiadoras a las que siempre dijimos NO. Pero ahora, bajo la nebulosa del COVID, cuanto nos cuesta encontrar con quién conversar sin que defienda que la solución a todo es cerrar una frontera. Expulsar al que no conozco. Y cuidado porque como en todo, seremos más flexibles con aquel que conocemos pero hablaremos mal del que no. Olvidando u obviando que la vida se juega en cada frontera. En cada patera. En cada valla. En cada camino. Con cada resistencia y acción. Y por eso en nuestro nombre, con coherencia, ni ahora ni nunca clamaremos por ninguna frontera, por prohibir el movimiento a nadie.
Porque a lo que siempre estuvimos expuestos de contagiarnos es a perder nuestra humanidad.
A olvidar que todos merecemos vivir.
Cuartos fragmentos
LA NEGACIÓN DE LA MUERTE MISMA
Mi abuelo, José, falleció el 17 de abril. Pocos días antes de tomar ese tren que nos llevaría a casa. No pudimos estar en su entierro. Es curioso porque últimamente pensaba que si algo me impediría estar sería la distancia de vivir en otro país, mi decisión, y no que estando en el mismo, sería la imposibilidad impuesta al no contacto, la decisión de otro.
No comprendo la crudeza de la muerte cuando no es por la finitud de nuestro cuerpo. Y por ello quiero pensar, junto a mi madre, que llegó el tiempo de mi abuelo. En los últimos años estuvo muchos meses hospitalizado y fueron varias las operaciones a las que sobrevivió. Las pruebas dieron negativas para el coronavirus. Y quién sabe si en otro momento, especialmente con otras formas, protocolos y maneras sanitarias hubiera continuado con vida… pero la cuestión aquí de querer compartir esta íntima experiencia es que mi historia familiar debe de tener el reconocimiento de quienes han sido las mujeres que con sus acciones respiran con más fuerza humanidad.
Mi tía en un acto de rebeldía y amor fue al Hospital y a pesar de las medidas y opiniones de muchos, se sentó junto a mi abuelo y no se marchó. Le acompañó. Le dio agua, le puso el respirador. Y desde la ternura se quedaron dormidos. Pero él ya no despertó. Murió acompañado.
Mi madre no lo dudó, recogió flores del jardín y junto a mi padre fueron al cementerio. El ataúd no se abrió. No hubo velación. Nada. Excepto lo más importante, la despedida. El abrazo con mi abuela. Un conjunto de hermosos gestos. La fuerza de la rebeldía desde los afectos.
Y si esto no es amor, ¿entonces, qué es?
Que la tierra te sea leve querido abuelo.
El primer día que se posibilitó el movimiento entre provincias fuimos a la tumba de mi abuelo. A ese lugar concreto donde su cuerpo descansa. Al cementerio, lugar que permite las memorias de retazos, las continuidades del tiempo y el poder de sentir las presencias ausentes. Porque cuando alguien muere deja su lugar. Un lugar que no puede ser ocupado por nadie más.
Es la fragilidad de la vida y la fuerza de saber que hubo vida.
Los cementerios pueden ser también esos espacios donde recordar cómo eran antes cuando todo era distinto. Pienso en mi abuelo, y en quienes como él vivieron la violencia de la Dictadura. Nacieron y crecieron en ella. Y ahora conviven todos en el mismo espacio con su silencio bajo tierra.
El olvido es el que nos impide respirar, y la falta de Justicia, mirarnos a los ojos.
Nuestra memoria está muriendo ciega.
Tan ciega que aquí, ya no en el cementerio sino fuera hay varias fosas comunes con víctimas de la represión por parte del bando sublevado que dio el golpe de Estado contra la República. En esta yacen los cuerpos de 9 mujeres asesinadas la noche del 29 de septiembre de 1936. No hay ningún nombre. Ni inscripción que narre quiénes fueron. ¿Por qué están allí? ¿Quiénes las mataron? ¿Por qué? ¿Para qué?
Entre ellas está una hermana del padre de mi abuelo, de nombre Felicidad.
“Hay un momento en el que descubres que estás desnudo, que te tienen colgado, que te están pegando en los glúteos, en las plantas de los pies, en los genitales… Hay un momento en el que te das cuenta. Que has perdido la conciencia sobre el tiempo que llevas allí. Que quizá te has desmayado y llevas 10 horas… o 10 minutos. En esa situación ya no había teatro que valga. Ahí lo que descubrí es que me meaba y que me meaba sangre.”
Estas fueron las palabras de Chato Galante en abril de 2014 cuando contó por primera vez en público las torturas que sufrió en la Dirección General de Seguridad durante la Dictadura. El 28 de marzo murió. Su torturador fue Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, quien murió el 7 de mayo, apenas poco más de un mes después, también por Covid. Y murió sin haber sido juzgado, con sus medallas y privilegios, arropado por la impunidad hasta su tumba.
[ Aquí lo que nos mata como sociedad, como Estado, es el virus de la impunidad, de la injusticia, de la negociación histórica, de la ausencia de valores. Debiéramos respirar con mas fuerza, para saber qué vino y qué se quedó. ]
Todo es silencio y eco cuando de envejecer se trata.
Hasta que un día las campanas tocan a muerto.
Suenan despacio para avisar que alguien dejó de estar pero no de ser.
El tiempo se detuvo para una hermana de mi abuelo paterno, Anastasia, con más de 100 años.
Remolinos de recuerdos pasados en un presente de entierros negados.
Los últimos años de su vida, como muchas otras miles de personas mayores dependientes en España, los pasó en una Residencia. Esos lugares que se han convertido en el foco que alumbra las consecuencias de los recortes,
la privatización,
la precarización,
las carencias,
el hacinamiento
y la desatención.
El cuidado de la vida convertido en nicho de negocio.
LOS DATOS DICEN QUE 19.653 ANCIANOS Y ANCIANAS HAN MUERTO EN UNA RESIDENCIA POR COVID19 O SÍNTOMAS SIMILARES DESDE QUE COMENZÓ LA PANDEMIA EN ESPAÑA, LO QUE EQUIVALE AL 69,1% DEL TOTAL DE MUERTES. LA FISCALÍA MANTIENE ABIERTAS CIENTOS DE INVESTIGACIONES.
El eco y ya no el silencio de estas muertes es que denuncian que una sociedad no puede organizarse despreciando la vida de quiénes dicen que ya no son “productivos” para el sistema. Las lógicas del mercado son contrarias a la vida y sus cuidados.
Quintos fragmentos
NEGAR QUE NEGARON
El poder quiso rematar, y aún no sospechamos los efectos que cada palabra y acción de este tiempo ejerce y ejercerá sobre nosotros. Nos atravesó su violencia y con descaro aún nos dijeron que saldríamos más fuertes. Como si nosotros mismos nos hubiéramos metido en todo esto, como si por maltratar a los sistemas de salud, a la tierra y a nuestros cuerpos nos hicieran más fuerte. Aunque quizás no pensamos que en ese salimos no estábamos incluidos. Su descaro les llevo a una confesión.
120.
JULIO.
PASARON LOS MESES.
Volvimos a la ciudad.
Los cambios son muchos desde aquellas calles vacías que dejamos atrás, si bien todo se estructura de la misma manera, siguiendo las lógicas donde lo de arriba determina lo de abajo. Nuestro paso sólo será momentáneo. Y en seguida la primera afirmación se trastoca para nosotros, porque realmente no es mucho lo que ha cambiado. Las normas imperan aunque ciertos hábitos se alteran. Por eso las imágenes muestran los mismos problemas y dificultades que seguimos atravesando.
¿Todo sigue igual? Caminamos. No la vemos a ella, pero otros muchos siguen en las calles. Primera instantánea: policías pidiendo la documentación y discutiendo con varias personas. La gente pasa, mira. Comentan. Siguen.
El llamado de alerta de lo que está en juego se materializa en la segunda instantánea: plaza Nelson Mandela, Lavapiés, un mural Regularización YA clama y reclama para salvarnos como humanidad. Llega un coche de la policía, paran a una niña, un mayor acude a explicar que está con él. ¿Cuál era su fin? segundos antes de su llegada la gente disfrutaba de la libertad de reunirse, jugar y compartir en el espacio público, ¿cuál era el delito, la ilegalidad? quizás porque no había consumo como en las calles colaterales que están ocupadas por las terrazas de los bares que permiten el no uso de la mascarilla una vez te sientas a consumir. Quizás porque este lugar es el espacio de encuentro entre vecinos de orígenes muy dispares, de primeras, segundas y terceras generaciones de migrantes, por lo que el paso continuado de coches de policías, aquí y no en otras plazas, pone en evidencia que el racismo y el clasismo dialogan en la oficialidad mientras la brecha de la desigualdad impuesta sigue creciendo. Por eso para unos el confinamiento pudo ser una experiencia beneficiosa, reveladora, transformadora, incluso romántica, mientras que para otros sólo estaba el miedo, miedo por no poder alimentar a la familia, miedo a salir a la calle y que un policía te paré pidiéndote la “documentación”.
La noche cae, no hace tanto calor, y una amiga nos informa que este domingo está convocada de nuevo una manifestación con el lema, “Regularización ya”.
Tercera instantánea. Familias, vendedores del Rastro de Madrid se manifiestan, quieren abrir los domingos y la alcaldía no se lo permite sin las respectivas discusiones políticas de limitar el número de puestos de venta, de ver cómo reducir el aforo… Tenso, volátil e irresuelto. Mientras se recogen firmas y exponen los argumentos los centros comerciales se llenan. Y justo en la misma plaza en la que estamos, en las marcas donde se coloca cada uno de los puestos, están las terrazas de los bares.
El diálogo que suscite, la polémica o el debate que genere, sólo constituye ruido cuando no hay continuidad en las acciones. Cuarta y última instantánea, pancartas en el suelo ¡Así NO! ¡Fortalece tu sanidad! Los médicos y médicas en formación de Madrid, comienzan la huelga. Turnos intensos, precariedad laboral, falta de recursos, amenazas con más recortes, fin de muchos contratos. Y todo a pesar de haber sido catalogados como “héroes”. Pasan los días y se sigue anunciando el cierre de consultas de atención primaria, limitaciones horarias en la asistencia, reducción de plantillas…. Recortes, no aprendimos nada. Más desmantelamiento de la sanidad pública. Parece que su descaro sigue delatándoles.
El tiempo conlleva miedo.
El miedo aplaude la negación de lo posible.
No saber cuándo terminará. Creer que todo es lineal, sin ver su final.
Que hay un antes al que volver, una normalidad inexistente.
Pero la vida es finita, tiene fin, y toda previsión futura será incierta si no somos conscientes de la violencia de quienes tienen y administran el poder pero también de lo que supone cada una de nuestras acciones y pensamientos.
Estos fragmentos no terminan. Sino que a partir de aquí dependen del lector o lectora, quién puede continuarlos, rescatar sus sentidos, darle nuevos. Porque terminar equivale, aquí, decía la poetisa Alejandra Pizarnik, en dar vida nuevamente, en re-crear.
FRAGMENTOS DE LA NEGACIÓN
Una brecha creciente más allá de una pandemia.
Palabras: Laura Langa Martínez / Fotografías: Ariel Arango Prada
Julio de 2020, España.