V ENCUENTRO DE DIÁLOGO DE FLAUTAS Y TAMBORES,
RESGUARDO INDÍGENA DE TUMBICHUCUE. TIERRADENTRO, CAUCA. COLOMBIA, 2018.
EL LATIR DEL VIENTO
En el corazón del Cauca, de cordillera a cordillera, en la región de Tierradentro, cuyo nombre describe por si mismo este lugar, se encuentra Tumbichucue. En una tierra que desde las primeras ondulaciones de montañas, se camina por un paisaje que anima a recordar a los ancestros y a rememorar las historias del oro escondido y las leyendas sobre los guerreros que resistieron en sus luchas. Y en la medida que estas historias toman cuerpo, la belleza del entorno queda evidenciada. Un territorio donde aún pervive la cultura milenaria del pueblo nasa. Y donde la danza y la música se entretejen para habitar el silencio y resistir al olvido de sus saberes.
CUANDO SUENAN LAS FLAUTAS SE DEJA AL DESCUBIERTO UNA HISTORIA MILENARIA
Texto: Laura Langa Martínez / Fotografías: Ariel Arango – Mateo Leguizamón
Cuando suenaN LAS FLAUTAS se deja al descubierto una historia milenaria
La identidad nasa no puede existir separada de su territorio. Y por tanto, tampoco su música.
Del 24 al 26 de agosto de este año, la comunidad, ese tejido de relaciones humanas, se reunió. Se juntó. Se congregó, para acompañarse en el V Encuentro de diálogo de flautas y tambores que se realizó en Tumbichucue.
De las veredas más cercanas y de algunas no tan cercanas, incluidas las ciudades de Popayán y Bogotá, acudieron hombres y mujeres, jóvenes y viejos. Un sin fin de grupos musicales de todas las edades. Desde niños y niñas con sus maestros hasta los más reconocidos músicos de la región. Todos llegaron. Todos ellos se concentraron alrededor de la tulpa, de ese fuego que siempre está prendido, para preparar las flautas y templar sus tambores.
Días antes, los médicos tradicionales – the´walas – armonizaron el lugar con plantas frescas y chirrincho, destilado tradicional de caña, quisieron que todo transcurriese en equilibrio y armonía.
Comenzó el Encuentro, y las cocinas estuvieron prendidas desde antes de que el cielo cambiase de color. Así desde la noche cerrada, los saberes culinarios de las mujeres humeaban en esas grandes ollas que darían de comer a toda la comunidad. Durante estos tres días se ofrendaron varias vacas y gallinas. Se cocinó mote con maíz, yuca, plátano y menudencias, se ahumó la carne y se calentó café con panela.
El desayuno, el almuerzo y la comida, todo se compartió. Comer es compartir.
A lo largo del año 2011, varios docentes de la Institución Educativa de Tumbichucue y otros cabildantes constituyeron los espacios de pensamiento: al son de ritmos y bailes autóctonos nasa. Estos espacios fueron fundamentales en la medida en que permitieron iniciar el camino para recuperar y aprender la música tradicional nasa, así como reconocer la sabiduría y la memoria de los músicos mayores.
Por ello, se realizaron lo que se conoce como “cuidos”, actos de gratitud en los que se ofrendaron a los mayores alimentos y bebidas tradicionales como la chicha. Este especial reconocimiento y cuidado fue el origen de los Encuentros. Y en este sentido, este año se celebró el quinto y fue además un homenaje al flautero mayor Luis Pastuso, uno de los grandes músicos del territorio que falleció en el año 2012. Conocedor, dicen, de más de 80 melodías nasa en flauta traversa.
Antes de morir, cuentan los mayores que se despidió diciendo “me gustaría seguir alegrando sus corazones, pero yo y mi flauta nos tenemos que marchar para encontrarnos con los mayores que me enseñaron todo lo bonito que les he enseñado. Me pueden recordar siempre, me voy contento. Hagan muchos encuentros en mi nombre.”
En la cultura nasa hay un continuum entre los que se fueron y los que todavía están, entre la vida cotidiana, la naturaleza y los que vendrán después.
Por ello en esos días, caminar por Tumbichucue supuso el don de escuchar a niños y jóvenes. Sus flautas traversas y sus tambores sonaron y resonaron, y en esas vibraciones de las notas, de los ritmos, se pudieron escuchar de nuevo las mismas melodías que sus mayores compusieron.
El Encuentro sucedió en el mes de agosto, el mes del Viento, y por tanto el que trae el sonido. Cuentan los mayores que el espíritu del viento, es un espíritu del bajo mundo. No de este, ni del de arriba. Un espíritu de la naturaleza que recorre el universo, volando entre las montañas de nuestra Madre Tierra. Un espíritu que viaja lejos para acercarse cada vez más. Para atravesar todo tipo de caminos, sin brújula ni límites, el Viento atraviesa los tarugos, los bosques de carrizos… y es en el choque, en el roce, en la fricción con la naturaleza que produce el sonido que convocará a la danza.
Suenan entonces las melodías que despiertan la alegría y el sentimiento del pueblo nasa.
Se dice que la naturaleza canta, en especial los pájaros, las chicharras, los grillos… por eso los músicos nasas no cantan sino que acompañan con los sonidos de las flautas y tambores su canto.
Tres son los ritmos que suenan principalmente en el Cauca Andino: el Bambuco, la Marcha y el Pasillo. Siendo el Bambuco el que más se escucha. Y dos son los instrumentos fundamentales de estas músicas: la flauta traversa y el tambor.
La construcción sonora del pueblo nasa responde a su propia cosmovisión y resistencia. A un pueblo orgulloso de su fuerza colectiva. Puesto que no es azar que la flauta traversa a diferencia de otros instrumentos musicales se caracterice por su versatilidad y por poderse tocar mientras se camina, y recuerdo de los antiguos recorridos de las bandas musicales por el territorio. Pero sobre todo, caminar es recorrer. Y es caminar en comunidad. Así en el interior de la composición musical, una flauta marca la melodía y las otras la siguen. Al son de los tambores las notas se van entretejiendo. A modo de una comunidad de sonidos.
A las cinco de la mañana del sábado 27 fue la Alborada. Y antes de que el sol hiciera su presencia, alrededor de la tulpa comenzaron los músicos a reunirse y tocar. Todos salieron a encontrarse con las flautas, caminar y comenzar el día juntos. Recorrieron las calles de Tumbichucue y salieron de sus límites. Eso que dicen tejer territorio al caminar.
“Llego la época de despertar,llegó la época de acariciar las flautas,llegó la época de acariciar los tambores”
El conocimiento para los nasas se construye tejiendo, allí reside su fortaleza. Tejer es conocimiento. Por eso los instrumentos al sonar componen un tejido de memoria.
Durante el Encuentro hubo también momentos para las actividades deportivas y los juegos tradicionales como la fueteada del trompo. Para pintar. Para sonar. Para seguir haciendo la pedagogía propia, la pedagogía de la cultura y del territorio. Porque cuando suenan las flautas se pone al descubierto una historia milenaria.
En este sentido las flautas se elaboran desde hace siglos sólo de carrizo. Una caña que nace en el interior de los bosques húmedos, a las orillas de los ríos, en aguas poco profundas y que necesita alrededor de siete años para estar madura. Por lo que a menudo hay que recorrer el territorio para poder encontrarlo. Además, el carrizo no se corta en cualquier época ni de cualquier manera, sino que hay que pedirle permiso a la luna, a los espíritus del bosque y al espíritu del carrizo, y es entonces cuando se procede a un intercambio con la tierra, una ofrenda, una compensación por su corte.
El año próximo se volverá a realizar otro Encuentro para seguir fortaleciendo las músicas tradicionales nasas. Para seguir poniendo al descubierto su cultura e historia milenaria. Será un espacio, como siempre, abierto a todos aquellos y aquellas que quieran acudir a compartir, aprender, acompañar. Un Encuentro para caminar juntos en la tarea de fortalecer la comunidad y sus tradiciones.
PARTICIPANTES: I.E. TUMBICHUCUE / ESCUELA DE LAME / I. E. JOSÉ REYES PETE / I.E. YU’C KWE’T ZUUN / I.E.JIISA FXIW / I.E. CALDERAS / ESCUELA UMA KIWE / BANDA DE FLAUTAS CHICA Y GUARAPO.
AGRADECIMIENTOS: A L@S MAYORES / MEDIC@S TRADICIONALES / AUTORIDADES DE TUMBICHUCUE / TOD@S L@S MÚSIC@S QUE HICIERON PARTE DEL ENCUENTRO / OMAR ROMERO GARAY.
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