Dos guardias indígenas fueron asesinados el 10 de agosto en Toribío. Dos muertes más que se suman a una lista incontable de violencia y que el Estado aprovecha para volver al eterno debate: la presencia o no de sus Fuerzas Armadas en los territorios indígenas. Una batalla cargada de intereses e imaginarios que esconden lo que de verdad está en riesgo: la vida y el territorio.

 

 

Dos guardias indígenas fueron asesinados el 10 de agosto en Toribío. Dos muertes más que se suman a una lista incontable de violencia y que el Estado aprovecha para volver al eterno debate: la presencia o no de sus Fuerzas Armadas en los territorios indígenas. Una batalla cargada de intereses e imaginarios que esconden lo que de verdad está en riesgo: la vida y el territorio.

 

El 10 de agosto del 2019, de nuevo la noticia fue el asesinato de dos guardias indígenas en el Norte del Cauca. Dos hombres. Uno de 23 y el otro de 46 años. Kevin Mestizo y Eugenio Tenorio. Ambos viajaban en una chiva que transportaba a la Guardia. Justo como en otras muchas ocasiones hombres armados dispararon causando la muerte de otros. Esta vez fue en el sector conocido como los Chorros, en Caloto, en la vía que conduce de El Palo hacia Toribío.

Los medios de (des)comunicación a nivel nacional se hicieron eco. Los panfletos, tan cotidianos ya, con las amenazas a todo aquel que portara los colores del movimiento indígena, circularon otra vez por las redes que comenzaron a llenarse de mensajes. Hacía un mes que en esos mismos medios Toribío había sido noticia por la decisión de la Compañía Energética de Occidente (CEO) de “suprimir el servicio de energía en sectores rurales con invernaderos de marihuana“. CEO es un grupo empresarial cuyo mayor accionista es Luis Carlos Sarmiento Angulo (como contamos en una publicación anterior: Entre luces y sombras).

El motivo para los cortes de energía fue que algunos cultivadores no están pagando las facturas a la Compañía, ya que muchas de las conexiones son ilegales. ¡Cuestión de dinero! Pero esas mismas noticias no se hicieron tanto eco del control territorial que viene realizando al respecto la Guardia Indígena desde siempre y por la que está amenazada.   

Así, apenas nueve días antes del asesinato de estos dos guardias, el 1 de agosto, menos medios pero algunos se habían hecho eco también del asesinato en el sector de Pajarito, Resguardo de Huellas, Caloto, del Coordinador de la Guardia de la vereda San Julián de Toribío, Gersain Yatacue, y del asesinato, el 4 de agosto, en la vereda La Luz, también en Toribío, de Enrique Güejia Meza, médico tradicional y autoridad. Además, unos pocos días antes, el 25 de julio, en el sector de La Chivera, El Palo, sobre la vía que comunica con Toribío, mientras recuperaban un vehículo robado fue atacada la Guardia Indígena con ráfagas de fusiles y granadas de fragmentación. Resultando heridos: Fabián Camayo, Coordinador de la Guardia en Las Delicias, Buenos Aires; Giovanny Vitoncó, Coordinador de la Guardia de Huellas, Caloto; Arcadio Tróchez, Guardia de Huellas; y Jorge Ulcué, Guardia de La Concepción, Santander de Quilichao. Y fue en ese mismo corregimiento, El Palo, donde el 12 de enero de 2012 fue asesinado el guardia indígena Milciades Tróchez Conda.

Esta situación, a pesar de no ser novedad dado el número continuado de asesinatos por parte de los múltiples grupos armados presentes en el Cauca, ha generado varias respuestas en apenas unos pocos días. Declaración de emergencia humanitaria. Entrada de varios cientos de militares que se suman a los que ya hay. Discursos de todas las autoridades. Más discursos desde dentro y fuera. La petición al presidente de que acuda al territorio. La subida del precio de la marihuana. Recompensas por información. El terror mantenido a que sigan los asesinatos. Más discursos, acuerdos y promesas que se suman a las ya incumplidas. En definitiva, palabras avaladas por las Instituciones que acreditan, medios que difunden y amplifican, realidades sin cambios.

 

Porque la realidad es que estos hechos violentos no son novedad, ni antes ni después de la firma de los llamados Acuerdos de Paz en Colombia, de hecho Toribío es considerado uno de los municipios más afectados por la violencia. En 2011 una chiva bomba explotó destruyendo la estación de policía, justo al lado de la plaza de mercado, dejando varios muertos y decenas de heridos. El número de enfrentamientos se cuenta ya por cientos. Y justo hoy hace unos pocos días, el 23 de agosto, se encontró un artefacto explosivo cerca de la Casa del Cabildo y del Instituto Técnico. Nada cambia de un día para otro y menos cuando las partes no tienen voluntad de cambio. Así en el 2014, en plenas negociaciones en La Habana, las FARC- EP asesinó a Daniel Coicué y Manuel Antonio Tumiña en Toribío cuando estaban retirando pasacalles con la imagen de Alfonso Cano.  

 

¿Por qué asesinar a la Guardia Indígena?

¿A quién le importa que les asesinen?

¿Qué es lo que está en riesgo aquí?

 

 


Por justicia y permanencia

hoy empuñan los bastones

 

Por justicia y permanencia hoy empuñan los bastones

 

“Nunca andamos armados en el territorio, sólo tenemos en nuestro ejercicio la unidad de nuestro bastón, nuestra integridad, nuestro conocimiento y nuestro concepto de defender el territorio y la vida” 
Albeiro Camayo, Coordinador Guardia Indígena Zona Norte

 

Aterrorizados, tememos. Buscamos una salida contra el peligro, contra los disparos. Huimos o nos vamos. Pero qué sucede cuando la salida siempre fue seguir permaneciendo y protegiendo el territorio aunque cueste la vida. No abandonarlo. Sino resistir desde él.

El 12 de agosto en San Francisco se velaba el cuerpo de Kevin Mestizo y en Caloto Nuevo el de Eugenio Tenorio. El día anterior ambos habían sido velados toda la noche en las instalaciones del CECIDIC en Toribío. Al día siguiente será la siembra de sus cuerpos en los cementerios. Mientras el Himno de la Guardia Indígena y el Himno Paéz, Hijos del Cauca, sonaban una vez tras otra en ambos velorios, situados a pocos kms. de distancia. Un camino conectaba el dolor de ambas familias, un camino que será recorrido al día siguiente por miles de personas que se estaban desplazando desde sus territorios para acompañar la siembra en unidad.

Para el pueblo Nasa, muerte, vida y territorio están conectados, por eso sus cuerpos serán devueltos a la tierra, sembrados, contribuyendo a su lazo con el territorio, para no olvidar de dónde son, para volver al origen.

Son casi las 12:00 y las ollas comunitarias están a todo fuego. Una gran bandera roja y verde marca el lugar donde se está velando el cuerpo de Eugenio. La sala está llena de globos con los mismos colores. Rojo por la sangre derramada protegiendo el verde del territorio. La comunidad está presente. Un grupo de jóvenes coloca una fotografía en la que salen tres guardias tomando café, entre ellos Eugenio y Kevin. Una camioneta blindada llega, baja Albeiro Camayo, Coordinador de la Guardia de la Zona Norte, acompañado de varios jóvenes guardias que conforman su escolta. Su cara expresó todo lo que allí sucedía. ¿A cuantos velorios de compañeros y compañeras habrá tenido que acudir?  

Dolor. Rabia. Dolor.

Mira el ataúd de Eugenio sabiendo que él mismo podría ser el siguiente. Sabiendo que puede pasarle en cualquier momento. Son múltiples las amenazas recibidas y los atentados a los que ha sobrevivido. Por eso, su vida, como él dice, “es tiempo regalado”, y ya está “respirando aire prestado de otros”.

 

El Cauca siempre fue un territorio en disputa para las grandes empresas transnacionales, la agroindustria, las empresas que quieren privatizar el agua, expropiar sus minerales, así como para grupos armados legales e ilegales por su localización geoestratégica. Por eso la necesidad de proteger este territorio. Es lo que está riesgo: la vida. Y por ello, la Guardia Indígena desde tiempos milenarios la defiende aunque le cueste la vida. 

Son las 9:00 de la mañana del día siguiente, la Iglesia de San Francisco tiene cerradas las puertas. En su pared principal se pueden leer carteles colgados para la ocasión:

“Sólo la fuerza de un pueblo alimenta el espíritu de lucha y resistencia.
Cxha, cxha. Fuerza, fuerza. Guardia, guardia.
Porque guardias somos todos.
 
La Guardia Indígena comienza a concentrarse en medio de la plaza, justo en frente de la Iglesia. Comparten las indicaciones para la logística, primero llegará el cuerpo de Kevin y después el de Eugenio que será traído en caravana desde Caloto Nuevo. Ensayan. ¡Arriba los bastones! Guardias a cada lado del paso formando un pasillo. Agachados. De pié. ¡Arriba los bastones! ¡Guardia, guardia. Fuerza, fuerza!

Justo al lado está la cancha donde será la misa. Una pequeña mesa contiene todos los elementos, cáliz, Biblia, para que el sacerdote de Kenia oficie la ceremonia que iniciará la siembra de los cuerpos.

En apenas unas horas, decenas de chivas repletas, carros, motos y cientos de personas a pié se están congregando en esta cancha y sus alrededores para acompañar en la siembra de los dos guardias. Vienen de todas las regiones del Cauca. Se cuentan ya por miles. Instalan unos altavoces y un escenario. Tras la misa y antes de la siembra habrá como siempre una Asamblea Pública.

Desde el micrófono las autoridades dan los agradecimientos a todos los que han hecho lo posible para que se de el acompañamiento aquí en el territorio. Pero también se advierte:

“… aquí hay amigos, medios alternativos que han venido acompañando a la comunidad, nuestros equipos de comunicación, pero acá también hay periodistas de los medios que no son bienvenidos en el territorio, así que les pedimos que por favor se vayan.”

Sin embargo, ellos no se fueron y la comunidad tampoco los echó a la fuerza. Oídos sordos y en primera líneas fotografiaron. Esas imágenes serán las que acompañarán los textos escritos seguramente desde un despacho en una ciudad. Confusión. Nombres confundidos entre referencias a nativos, aborígenes e indios e informaciones de otros lugares. Desinformación. Falsas referencias a que fue un enfrentamiento, asumiendo cada medio desde su saber quien fue el responsable. ¡Espectáculo mediático y político!  

Durante la misa se mezcla la indignación y la rabia con el reconocimiento mutuo a la fuerza y unidad como pueblo. Los llantos colectivos de dolor llegan cuando se bautiza al hijo de Kevin. Apenas unos años de vida, sin comprender aún las implicaciones de todo lo que le rodea, mira atento al sacerdote mientras el agua bendita corre por su cara. A continuación, le colocan la pañoleta del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, y el llanto generalizado da paso a la alegría y la seguridad que genera la fortaleza de caminar en unidad para defender la vida.



 

“SOLO VALE LA PENA LUCHAR Y VIVIR 

POR LO QUE ESTÁ DISPUESTO A MORIR”

 

“SOLO VALE LA PENA LUCHAR Y VIVIR 

POR LO QUE SE ESTÁ DISPUESTO A MORIR”

 

Estas palabras se leen en el retrato de Kevin apoyado sobre el ataúd. Termina la misa y comienza la Asamblea Pública, más de 126 autoridades han llegado de distintos lugares del Cauca, algunos ya venían reuniéndose en determinados espacios para pensar soluciones a lo que está sucediendo. Comparten sus análisis, reflexiones, diagnósticos. Palabras de apoyo y reconocimiento a la Guardia como las del Senador Feliciano Valencia, quien resaltó los riesgos de permitir la entrada de más Fuerza Pública al territorio, recordando que ya están en Toribío y en Caloto. Por su parte Aida Quilcué, Consejera de la ONIC, advirtió que al Cauca también puede llegar más violencia, como sucede hoy en el Litoral Pacífico, en el Choco, donde las empresas destruyen los territorios, mientras las comunidades están confinadas y el ejército hace su presencia.

Lucho Acosta, Coordinador Nacional de la Guardia, desde la rabia por la pérdida de quienes como él luchan por la vida, desde el recuerdo de haber levantado muertos a muchos compañeros, con voz de tristeza, gritó con fuerza, gritó con dolor, gritó que los están asesinando, grito que seguiremos en pié de lucha, firmes con la resistencia de los bastones.

 

[A continuación se pueden escuchar sus intervenciones completas:]

La Orquesta de Instrumentos Andinos del Resguardo de Huellas, Caloto, cierra la Asamblea con la canción Convocando a la Unidad. Una multitud doliente escucha comprendiendo que estos dos asesinatos son una amenaza colectiva. Podría haber sido el hijo, la hermana, el papá de cualquiera de los presentes. Kevin acompañaba a su padre desde que tenía 7 años en el control territorial y Eugenio lleva 17 años vinculado a la Guardia.

“Mantener y defender el territorio parte desde la propias familias, por eso hay niños, mujeres en embarazo, jóvenes, mayores en la Guardia Indígena. Ser guardia es por convención, porque nace, porque se siente, y no porque le van a pagar o dar un sueldo. Sino porque saben que tienen que hacerlo” Albeiro Camayo.  

Ya entrado el medio día llega el momento de la siembra de los cuerpos en cada cementerio. Primero Kevin en San Francisco y posteriormente Eugenio en Toribío. Todas las personas congregadas comienzan a caminar. Toda la comunidad. Se cuentan ya por miles. La Guardia de nuevo protegerá cada ataúd y durante todo el recorrido con los bastones en alto, estarán a su lado haciéndoles el homenaje que se merecen.

 

CERTEZAS, DEBATES E IMPLICACIONES
Cuando los imaginarios son el campo en disputa

 

CERTEZAS, DEBATES E IMPLICACIONES

Cuando los imaginarios son el campo en disputa

Todo esto ocurrió el 13 de agosto, tres días después de su asesinato. Y el revuelo, no sólo en la prensa, ha sido elevado, se encendieron las alarmas del país. Reuniones oficiales con ministros, con congresistas, senadores, reunión del Consejo Seguridad, declaraciones de las Naciones Unidas. Apertura de los noticiarios con el tema. Titulares. Una espiral rápida y peligrosa, en el que la rigurosidad y la ética han quedado supeditadas a las complicidades.

Ya que el debate público y la agenda política de estos días se ha centrado en contribuir a imaginarios y desde allí poder justificar una intervención militar en los territorios indígenas. Debate que siempre aparece y desaparece cada vez que se ponen en riesgo ciertos intereses económicos y estratégicos. Por ello a través de especulaciones, seudopruebas o tensiones se han presentado argumentos que legitiman la posibilidad de reprimir y seguir aumentando la presencia de las Fuerzas Armadas en los territorios indígenas como sí esta fuera la única solución, ¿será?, o más bien ¿para qué es la solución? y al servicio ¿de quién?

Con la celeridad de las noticias el Ministro de Defensa, Guillermo Botero, tras la reunión del Consejo de Seguridad celebrada el pasado 20 de agosto en Popayán -justificada también en parte por los enfrentamientos que están sucediendo en la zona de Suárez- indicó que se enviará “para reforzar la seguridad en el Cauca” un pelotón de 1350 militares más: 600 uniformados de una unidad especial antinarcóticos, 450 soldados que entrarán a engrosar las filas de la Tercera División del Ejército y otros 300 más como parte de un batallón especializado.

La decisión fue tomada en contra de todos los posicionamientos propuestos en estos días por parte de las Autoridades Indígenas del Cauca que advertían que no estaban de acuerdo con más presencia militar en sus territorios, puesto que ésta no era ninguna solución sino que además traerá graves consecuencias para las comunidades.

Este posicionamiento compartido tiene su fuerza en desmentir los imaginarios y las falsas justificaciones del gobierno. Por ejemplo a pesar de los intentos políticos y mediáticos por hacer creer que en el Cauca “no hay presencia de las Fuerzas Armadas en territorios indígenas” esto es erróneo ya que como repite el Senador Feliciano Valencia en sus últimas intervenciones: “La Fuerza Pública desde la constitución de la República ha estado aquí, aquí estuvieron las inspecciones de policía, aquí hay tres batallones de alta montaña, aquí están los retenes de la Fuerza Pública, por aquí patrulla el Ejército Nacional, pero aquí están matando a la gente en presencia de ellos, ¿qué es lo que está pasando?”

De igual modo, el hacer creer que sólo es cuestión de una urgencia momentánea, como si no vinieran sucediendo desde hace tiempos asesinatos y que la presencia militar es solo para generar “seguridad a las comunidades” y por tanto, en cuanto cesen los hostigamientos ya no será necesario. Lo que es también un engaño como recuerda desde su vivencia Albeiro Camayo: “Nos están matando, y nos dicen vamos a meter la Fuerza Pública, pero esa Fuerza Pública va a ocupar nuestros territorios, y después no van a salir argumentando de que nos están prestando seguridad a las comunidades indígenas, a la Guardia. Y posteriormente van a empezar a entrar con ellos las grandes empresas a hacer eso mismo, saquear, porque esa es la política de gobierno”.

Otra afirmación que requiere de un cuestionamiento es el hecho de aceptar como premisa que “sí el ejército está presente la violencia se acaba”, y por ende ya no se asesinaran a más líderes. Pero ¿cuándo y en qué departamento la sola presencia de las Fuerzas Armadas ha eliminado la violencia? ¿o cuándo el ejército ya presente en el Norte del Cauca redujo esta violencia o la mera presencia de los grupos armados? O acaso ¿nunca el ejército ha asesinado a civiles inocentes, indígenas o afros?

La justificación del aumento militar como única solución también se asienta en algunos imaginarios nacionales como el señalamiento a que “los indígenas apoyan a la guerrilla”. Un señalamiento contrario al que realizan las guerrillas cuando los amenazan por sus “alianzas con el Estado”. Al final la cuestión es que las confrontaciones en el Cauca entre militares y guerrillas han sido múltiples y ambos grupos han atentado contra la vida de la comunidad Nasa. Por eso Albeiro Camayo denuncia: “Nosotros siempre hemos estado protegiendo nuestro territorio. Y esas confrontaciones a quienes han puesto en riesgo es a nosotros, a quienes están matando es a nosotros”. De hecho, en la década de los ochenta se constituyó el Movimiento Armado Quintín Lame, una guerrilla indígena para recuperar las tierras y defenderse de los ataques de los terratenientes, militares, paramilitares y otros movimientos guerrilleros. En 1991 se desmovilizó a cambio de la promesa incumplida de que el gobierno invertiría en las necesidades de las comunidades indígenas. Levantando desde entonces solo los bastones.

Otras de las justificaciones que más fuerza está tomando en los debates mediáticos está basada en otro falso imaginario social: “el Cauca es el departamento con más cultivos ilícitos del país por ello es necesario el Ejército para su incautación y erradicación”. Lo cual de nuevo es erróneo, según datos de la UNODC (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) de las 169.019 hectáreas de cultivos ilícitos en el 2018, en Nariño se encontraban 41.903, en Norte de Santander con un aumento en el último año, 33.598, en Putumayo, 26.408 y en el Cauca, ocupando el cuarto lugar 17.117 hectáreas. Entonces, si en Nariño, Putumayo y Norte de Santander hay ejército, ¿por qué no han disminuido los cultivos y la violencia?

En este sentido Albeiro Camayo puntualizaba por ejemplo como en el Norte del Cauca: “Los grandes cargamentos pasan por El Palo, Corinto Toribio y Santander y por allí uno se encuentra con dos o tres retenes de policía. La pregunta es ¿con cuántos millones atraviesan?, tocará preguntarle al Ejército y la policía que está allí. Por eso si entra la Fuerza Pública va a ser cooptada por quien tiene los recursos. Acá tenemos años de experiencias en eso”.

Este imaginario conlleva otras reflexiones, por un lado evidencia que no es siempre una cuestión de narcotráfico sino cómo entender entonces que el ejército quiera entrar en zonas donde no hay cultivos ilícitos como son muchas de las regiones del Cauca. Y por otro lado, pareciera que las comunidades y la Guardia no están haciendo nada al respecto, cuando de hecho algunas de las amenazas a la Guardia llegan por parte de los grupos armados cuando les incautan la mercancía para después destruirla como sucedió el 3 de agosto en el municipio de Jambaló en el que la Guardia Indígena incautó en torno a los 240 kilos de marihuana prensada que después quemó. O cuando asesinan en los territorios a los líderes y lideresas que trabajan por la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos. 

O cómo entender que no se hable apenas de lugares como el Naya, una región del Cauca alejada de la zona Norte pero en la que junto con El Tambo congregan la mayor parte de los cultivos ilícitos de coca. El Naya una salida directa al Pacífico repleta de grupos armados y con una violencia continuada, que se ha convertido en los últimos tiempos en la oportunidad de trabajo por la que muchos jóvenes optan, aún sabiendo sus implicaciones.

Detrás de este debate se esconde la dura realidad del campo en Colombia que evidencia la necesaria reforma agraria. ¿Por qué cultivar coca o marihuana antes que comida? ¿quién realmente se está enriqueciendo? ¿cuál es la responsabilidad directa de que esto suceda? ¿Cuáles son las opciones de trabajo de la juventud en el campo? A raíz de la muerte de los guardias el precio de compra de la libra de marihuana en el Norte del Cauca casi se duplicó, hace un mes se pagaba al cultivador 22.000 pesos por libra en Toribío. ¿Por qué otro producto se paga ese precio? En el municipio de Jambaló, la arroba, es decir 25 libras, de maíz desgranado se paga a 15.000 pesos y la de cabuya ya tratada a 28.000 pesos.  ¿Cuál es la alternativa para sobrevivir en el campo?

Y de nuevo, ¿por qué ahora? ¿por qué ahora cuando los asesinatos a guardias indígenas, autoridades o a la comunidad misma no es un acontecimiento nuevo?

A principios de agosto se hizo noticia las amenazas recibidas a varios periodistas de los medios: 90 minutos, Blu Radio y Caracol que venían  informando sobre los cultivos de marihuana en el Norte del Cauca, este hecho se contó como una amenaza a la libertad de prensa pero no se hizo mención a ¿por qué estos medios y no otros? Siendo muy conscientes del repudio a cualquier amenaza sería importa reflexionar ¿qué libertad de información es la que se está defendiendo? Así por ejemplo en los últimos años han sido varios los programas, como Séptimo Día o Los Informantes, noticieros o la misma prensa que se han especializado en difamar, generar prejuicios y construir falsa información que ataca al movimiento indígena. ¡Los intereses nunca estuvieron de la mano de la libertad de expresión! 

Un último argumento que ha ocupado el debate público y que de primeras nos genera ciertas confrontaciones, es ¿cómo la Guardia va a hacer frente a hombres armados sólo con bastones? de nuevo se plantea el arma como salvadora. Y de repente se borran siglos de resistencias, infravalorando la capacidad de un pueblo por resistir.

La Guardia Indígena es una resistencia milenaria que construye liderazgos para mantener su proceso político, su forma de vida. Esa es su fuerza. Y es a eso a lo que teme el capital, a la existencia de una alternativa de vida en armonía con el territorio. Y es allí donde reside la amenaza en desarticular el movimiento y eliminar a sus líderes.  Por eso Albeiro Camayo lo tiene claro “quieren acabar con nosotros, pero no se puede. Aunque maten a uno, seremos miles… Y de aquí seguirán saliendo los próximos liderazgos, no desfalleceremos y aunque está el tema del narcotráfico lo que hay detrás es política”. 

 

***

Pareciera por tanto que en vez de asumir y pensar la complejidad del porqué de la violencia, caemos en ideas prefabricadas, simplificadas y con certezas en vez de interrogarnos por su profundidad. En vez de mirar la violencia no de manera individual de la mano de cada grupo armado, preguntándonos quién fue o quien no, sino mirándola como es, esa violencia siempre al servicio de los proyectos económicos, militares y extractivistas que atentan contra la vida. Para poder profundizar en los temas cruciales, como los usos y la propiedad de los “recursos naturales”, la extranjerización de la tierra, el extractivismo ambicioso y avaricioso o el arrinconamiento a toda forma de vida que plantea una alternativa al capital.

Entonces,

¿Por qué seguir hablando de paz sí nos siguen matando?

¿Por qué seguir diciendo que estamos en paz si siguen saqueando y destruyendo los territorios? 

¿Por qué no dejar de hablar de esa paz estatal, que es continuidad de la guerra, y caminar hacia la armonía y el equilibrio en los territorios?

 

 

Guardia, guardia
Fuerza, fuerza
¡Viva la Guardia Indígena!
¡Que viva la vida!

 

¡NUESTRA LUCHA ES POR LA VIDA!

Entre bastones y balas, un territorio en disputa.

Norte del Cauca ¿Qué está en riesgo?

Escritura: Laura Langa   –   Fotografía: Ariel Arango

Agosto 2019

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