Escritura: Laura Langa Martínez  
Fotografías: Ariel Arango Prada

Fotografía de portada: Stephen Ferry (cortesía) de su libro Violentología. -Salvatore Mancuso en Tierralata, Córdoba, Colombia, 2003.

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La comunicación masiva se construye desde las distorsiones. La política también. Distorsiones deliberadas, pensadas, intencionadas que permiten ir moldeando discursos, opiniones, hasta que se acepta socialmente lo que jamás debió de ser aceptado. Porque una distorsión es una verdad creada. Ficticia, como muchas de las verdades actuales que terminan siendo validadas por una inmensa mayoría tras su repetición incesante, sin necesidad de sustentarse en hechos. Dejando de creer en la realidad misma.

No hay posibilidad de paz en Colombia si se mantienen las mismas estructuras de poder político y económico, y por lo tanto la injusticia, la desigualdad y el clasismo social existente desde hace siglos. Es el hecho. Pero se dejó de creer en él.  

Pasamos de lo evidente a lo discutible.

Negociación. Perdón. Reconciliación. Perdón. Perdón. Amnistía. Indultos. Verdad. Paz.

La fuerza de las palabras crea las distorsiones. Repetición incesante. Tanto es así que la mayoría de las guerras, de los conflictos colombianos dicen poner su fin no por victorias o derrotas político-militares, ni siquiera por el fin de la violencia, sino como resultado de una negociación que siempre ha conllevado indultos, amnistías, impunidad, acuerdos, ciertas traiciones e incluso nuevas Constituciones.

Ampliándose con cada negociación, el horizonte de lo intolerable.

Evidenciándose cada vez más la falta de esfuerzo por reflexionar sobre las condiciones que hicieron posible los hechos a condenar y aquello que se pretende evitar a futuro.

Alejándose con cada nuevo asesinato, masacre, desplazamiento, crimen de Estado, la promesa de las garantías del “Nunca Más”, de la No Repetición.

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Hay muchas distorsiones.

Entre ellas las que confunden, falsean las respuestas a la pregunta: ¿cómo la Justicia logra borrar algo que ha ocurrido?

¿Hay Justicia para todos?

La distorsión permite introducir jerarquías implícitas entre el valor que tienen las vidas humanas. Lo que permite una mayor rigurosidad para referirse a ciertos crímenes y responsables, y una mayor indulgencia para otros. Así es como las normas existentes asignan reconocimientos de manera diferencial. Aquí está el triunfo de una distorsión, su motivo, su sentido, su intención. La operación del poder.

No todos somos iguales ante la Ley.

Y lo que para unos es tolerable, es intolerable para otros muchos.

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El 30 de octubre de 2022, Salvatore Mancuso desde la cárcel de Georgia, Estados Unidos, donde fue extraditado por narcotráfico, envía una carta al Presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro, ofreciéndole su ayuda en “la titánica tarea de construir la Paz Total”.

Un puñado de palabras. Entre omisiones, inexactitudes, alguna que otra sutil amenaza, o cuanto menos mediciones de poder, y su autocensura. Una página. Un proceso de intoxicación y apropiación del lenguaje.

Cuente conmigo, y estoy convencido que con los ex comandantes de las AUC ” agrega en sus últimas líneas.

El silencio está lleno de palabras. De todas esas palabras que no queremos escuchar, ni preguntar, pero que dan un paso más en la deriva hacia una ciudadanía sin conciencia crítica.

¿Era, es, o sigue siendo el Jefe paramilitar, el Comandante de las AUC, capaz de hablar por todos ellos quien escribe esta carta?

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Hay menos Justicia, menos Democracia, menos Estado de Derecho cuanto más “populismo penal” se permite o se alimenta. Distorsionado concepto, populismo. Sin embargo las frecuentes alteraciones al sistema penal colombiano parecen responder a él.

Se infunde alarma social. Miedo. Siempre miedo. Lo que permitirá que luego, con una población asustada de antemano, se tomen las medidas correspondientes, ya sea la severidad de penas punitivas o la ausencia de ellas, en función de quien sea ese “enemigo” a abatir.

Porque para unos la respuesta será la brutalidad policial. Represión desmedida. Abusos y detenciones arbitrarias. Violación de derechos que se van ajustando por lo general a la implementación de medidas penales de carácter represivo para hacer frente a los problemas sociales. Mientras que para otros, se les reconocerá su estatus político y se les brindará un trato legal favorable poniéndose todos a su disposición. 

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Comunicado 103 de 2022. La Jurisdicción Especial para la Paz, JEP,  le pregunta -no le impone-, a Salvatore Mancuso si quiere someterse a esta Jurisdicción como “ incorporado funcional y materialmente a la fuerza pública ”.  

Si la respuesta es positiva, se convocará a Audiencia Única de Verdad.

Comienzan sus cálculos. Lo transicional es ya transaccional en el conteo de años de prisión. Suma y resta. Compensa. Divide. Intercambia. Convalida.

Dos años antes la misma Jurisdicción le había negado su sometimiento como tercero civil colaborador o financiador del paramilitarismo entre 1989 y 1997, antes de su vinculación a las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, organización que comandó. Argumentando que las conductas descritas por Mancuso correspondían a una “ militancia armada que caracteriza al solicitante como miembro orgánico de un grupo paramilitar precursor de las AUC ”. Y es que no puede ser  procesado por dos procesos transicionales de justicia por los mismos crímenes.

Como paramilitar, Salvatore Mancuso, aceptó, ideó y decidió responder a la Ley 975, “Justicia y Paz”, aprobada en 2005 y hay quienes dicen, hecha a su medida. Su pena máxima privativa de libertad es de 5 a 8 años. No importa el número de crímenes, ni de víctimas, ni de enriquecimiento ilícito.  

Sus delitos son incontables.

Distorsiones. Apelaciones. Y ahora la JEP le pregunta. Movimiento político para abrirle la puerta a este nuevo proceso transicional que le permitirá ciertos reacomodos judiciales para buscar más beneficios. Justicia restaurativa no privativa de libertad. Así que ahora aceptemos que Salvatore Mancuso fue parte de la fuerza pública de manera fáctica que no oficial.

“ Ni cárcel, ni domiciliaria: esto es lo que busca Mancuso ante la Justicia ”. Fue el titular de la prensa colombiana a primeros del año pasado. La distorsión no es un secreto.

Dos años lleva Salvatore Mancuso esperando en Estados Unidos, a pesar de haber cumplido allí su condena por narcotráfico de 15 años y 10 meses.

Vale la pena la espera.

Hay quienes dice que sólo en el Tribunal de Barranquilla tiene aún 20 casos abiertos con más de 25.000 víctimas. En Bogotá, 15 investigaciones. Lo que sumarían mínimo 35 casos judiciales, ¿y víctimas?, se cuentan por más de 80.000, desconociendo con la precisión que el dolor requiere el número exacto. Los hechos fueron cometidos entre 1996 y 2006 en los departamentos del César, Guajira, Magdalena y Norte de Santander.

Cuando todo esto se encarna en lo cotidiano, se incorpora en la rutina, se eterniza.  Ya no escandaliza.

Así es como se va acomodando la distorsión, para poder finalmente defender la ficción, que no el hecho, de la imposibilidad de aplicar una justicia penal sistemática en el país si lo que queremos es la Reconciliación. La Paz Total.

Distorsión que permite que lo moralmente aceptable sea que la amnistía se generalice desde la creencia de que ciertas víctimas están mejor sin justicia penal. Trasladando a ciertos victimarios, perpetradores, al olvido de sus actos criminales, de su sevicia, aberración, horror, para convertirse en un compareciente, en un negociador, en un constructor de paz, incluso en el mesías o en el sanador.

La moralidad es otra de las grandes líneas desinformativas. 

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Desmovilización. Otra gran distorsión.

“ Todos los aquí presentes hoy asumiremos el compromiso de garantizar los fines del Estado: defender la independencia nacional. Mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia del orden justo ”. 

En una finca en Santa Fe de Ralito, Córdoba, se reunieron 33 políticos y paramilitares. Era 2001. Meses más tarde comenzarían las negociaciones entre el Gobierno de Álvaro Uribe y las AUC de Salvatore Mancuso. Y casi al mismo tiempo, reacomodo de mandos militares. Reposicionamiento de nuevos órdenes regionales.

Autodefensas Campesinas del Casanare, Bloque Metro, Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, Frente Cacique Pipintá y Bloque Héroes de Gualivá no se desmovilizaron. Bloque Central Bolívar, Cacique Nutibara, Héroes de Granada, Bloque Élmer Cárdenas, Frente Héroes del Llano y Guaviare, Estructura del Magdalena Medio, tampoco. La Lista recogida por el Centro Nacional de Memoria Histórica (2019) sigue. Estructura de Puerto Boyacá, Bloque Mineros, Bloque Centauros, tampoco.

Si bien, durante años los gobiernos colombianos oficialmente negaron la continuidad del paramilitarismo. Se había terminado a pesar de las múltiples denuncias frente al desborde de la violencia paramilitar en el país. Reflejado en su propio Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo.

15 años después de la Ley de Justicia y Paz que enmarcaría el proceso de desmovilización del paramilitarismo colombiano, la Fiscalía General de la Nación reconoció que se han proferido 65 sentencias condenando a un máximo de 8 años de prisión a 619 “postulados”, paramilitares que entraron al proceso. 1500 están pendientes. El resto, más de 34.000 combatientes paramilitares que dijeron entregar sus armas, pasaron directamente, sin necesidad de juicios, ni sentencias, a la “vida civil”.  

Removilización. Paramilitares rasos, medios mandos, se removilizan.

Es el hecho. 

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20 de noviembre de 2014. Sala de Justicia y Paz emite la primera sentencia contra Salvatore Mancuso. Más de 2.200 páginas precisas con nombres de víctimas, hechos, detalles, lugares, fechas, descripciones que concluyen condenándolo por: 

” 1.426 hechos delictivos que involucraron ocho mil quinientas dieciocho (8.518) víctimas directas discriminadas de la siguiente manera: 1. Por el patrón de Desaparición Forzada se formularon cargos por seiscientos nueve (609) hechos delictivos, con un total de novecientos setenta y cinco (975) personas desaparecidas; 2. Por Desplazamiento Forzado se formularon cargos por cuatrocientos cinco (405) hechos delictivos, que ocasionaron el desplazamiento de siete mil cuarenta y ocho (7.048) personas; 3. Por Reclutamiento ilícito se formularon cargos por ciento cuarenta y nueve (149) hechos, con ciento cincuenta (150) víctimas; 4. Por Violencia de Género se formularon cargos por ciento setenta y cinco (175) hechos delictivos, con doscientas cinco (205) víctimas y finalmente por el patrón de Homicidio se formularon cargos por ochenta y ocho (88) hechos delictivos, con ciento cuarenta (140) víctimas. “

Todos los cargos fueron aceptados por Salvatore Mancuso de forma libre y voluntaria.

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Adecuación a la distorsión.

Donde dice Violencia de Género léase: 

Vejámenes y agresiones de connotación sexual, prostitución forzada, esclavitud sexual, en las horas de la noche del 7 de agosto de 2001, cuando tenía 15 años de edad fue interceptada por miembros del Bloque Norte, quienes luego de trasladarla a una finca cercana la accedieron carnalmente mediante violencia.  Interceptadas por tres paramilitares fueron conducidas hasta el campamento donde aproximadamente 16 integrantes de la organización armada procedieron a accederlas carnalmente mediante violencia. Trata de personas con fines de explotación sexual, embarazos no deseados, tortura. El 16 de enero de 2001, seis paramilitares llegaron a su casa, las ataron, amordazaron y violaron.  Agresiones, contagio de enfermedades de transmisión sexual, golpes y más golpes. Tortura. En la época de los hechos tenía 14 años de edad, se encontraba camino a su casa, cuando fue abordada por cuatro paramilitares, fue encontrada desnuda, con signos de haber sido drogada, golpeada y violada. Amenazada de muerte durante días y posteriormente retenida, torturada y violada por miembros de las autodefensas por orden de Hernán Giraldo como represalia por haber mandado a sus dos hijas a vivir a otra localidad. Golpes y más golpes. Tortura. Prostitución forzada. Esclava sexual. Seguidamente procedieron a atarlas a un árbol y cuatro paramilitares las violaron, posteriormente fueron quemadas con agua caliente arrojada sobre sus piernas. Desplazamiento forzado. Tenía 13 años y junto con su hermana se encontraban en su casa cuando llegaron los paramilitares y las violaron … el horror sigue. 

Por todo estos hechos se formularon cargos a título de autor mediato en contra de Salvatore Mancuso.

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Aturdimiento. Crear fantasías, hablar menos de cuestiones relevantes.

Nada de esto aparece en su carta.

Hay un concepto de Foucault que utiliza Didier Fassin que es el de “parresia”,  el coraje de la verdad en quien habla y asume el riesgo de decir, a pesar de todo, toda la verdad que concibe, pero es también el coraje del interlocutor que acepta recibir como cierta la verdad ofensiva que escucha. 

No hay coraje. Ni valentía.

Quien recibió la carta debería haberla leído como una ofensa a los principios de la Justicia colombiana. A las víctimas. Y a la vida. Quien la escribe no asume la responsabilidad real y penal que implica lo que hizo, sus consecuencias directas en las miles de víctimas y sus familiares. Y ninguno se toma en serio la Justicia, siendo ambos conscientes de su corrupción.

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Un juez especializado de Bogotá condenó a 40 años de cárcel, al ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso, como determinador del asesinato de una niña de 22 meses, nieta de un dirigente sindical de la Universidad de Córdoba. Hernando Benavides, abogado de Salvatore Mancuso, dijo que la condena impuesta contra su cliente, no pone en riesgo su permanencia como beneficiario de la ley de Justicia y Paz, porque el ex jefe paramilitar confesó el crimen durante una de las audiencias de versión libre que rinde ante la Fiscalía General de la Nación.

Caracol Radio, 11 abril de 2008.

 

La consigna de “recordar para no repetir tal vez debería trocarse en otra que insista en cambiar las condiciones que hacen posible que las cosas ocurran”. Advertía Héctor Schmucler. Estamos en el espacio de la ética, que impone interrogantes acuciantes sobre cómo vivimos cada día. 

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Señor Presidente, escuché con atención su discurso a propósito de la entrega de aquellas tierras cordobesas a los campesinos de la región. Que esa reforma agraria que lidera su gobierno empiece en Córdoba y concretamente con la entrega de esos predios tiene un significado mayúsculo. No solo por el hecho de que sea en el departamento de Córdoba, azotado por tantas violencias, sino por el hecho de constatar que, tantos años después de haber dejado las armas, siguen muchos temas inconclusos que son el resultado directo de varios factores que quedaron pendientes o fueron incumplidos en nuestra negociación y posteriores a la desmovilización ”

Mancuso nació en Montería, Córdoba.

De familia ganadera y de poder.

Ganaderos fueron los que despojaron a los campesinos.

Con los hermanos Castaño crearon las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU. No fueron las únicas. Nuevo Horizonte es como denominó a la Cooperativa de Vigilancia y Seguridad Privada, Convivir, que él mismo fundó. Y que pasaría a conformar esa organización federativa que fueron las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.  

La carta no es el inicio de las conversaciones. El Presidente Gustavo Petro reveló que previamente había recibido una llamada telefónica desde la cárcel para “pedirle ayuda” .

¡ Ayuda !

No sabemos qué tipo de ayuda.

¿De qué manera cuestionar los fundamentos de la política, cuando nos enfrentamos a un paisaje que apenas vislumbramos pero que está repleto de contradicciones que entrevén la dimensión crucial de la injusticia ?

2007, el mismo Gustavo Petro en un debate en el Senado sobre el paramilitarismo, señalaba que un gobierno cercano a éste, es ilegítimo y criminal.

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¿Cómo vivir bajo leyes que nos dominan y ordenan nuestras vidas, y que a su vez son inaccesibles y excluyentes, hasta el punto de ser en sí mismas una violencia imperante?

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El dolor no es Justicia.

Pero sí es necesaria la comprensible demanda desde la entrañas de las víctimas a reclamar castigo. Endurecimiento de penas.

O simplemente cumplirlas.

Un homicidio según la legislación colombiana debe de tener una pena entre 480 y 600 meses. Dándose una criminalización mayor para ciertos sectores de la población, porque la sociedad no es tolerante con desviaciones mínimas de la norma especialmente cuando son realizadas por los estratos más bajos o/y estigmatizados.

180 meses ha cumplido de pena carcelaria Salvatore Mancuso en Estados Unidos por narcotráfico. 

El poder arbitrario de la administración de la justicia.

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Y ante las distorsiones, ¿qué hacer?

Sospechar.

La sospecha como metodología de vida. La sospecha como incomodidad ante la quietud. La sospecha como ejercicio de resistencia. Paul Ricoeur hablaba de la “hermenéutica de la sospecha” para referirse a las filosofías críticas que recelaron del orden y las verdades universales que regían el mundo y demostraron así los intereses y estructuras que lo apuntalaban.

Algo no cuadra aquí. Es la primera sospecha.

No cuadra que en pocas semanas los jefes paramilitares con inusitada solidaridad ciudadana se pongan a disposición de ayudar a la paz, a la verdad, al país, con épico honor nacionalista.

No cuadra que quien opina diferente a la única línea de Justicia Transicional impuesta, se vuelva automáticamente una amenaza, un enemigo de la reconciliación, cuando el régimen gobernante vacía el sentido de la justicia para convertirla en un folclore nacionalista al servicio de sus propios perpetradores y su oligarquía.

Por eso, hay quienes ya comenzaron a plantear estas preguntas y reflexiones en bajito, en la intimidad, en los pasillos, en la confianza o a los gritos. Sospechas desde la experiencia, el conocimiento o la observación. Porque el caso es que aquí hay cosas que NO deberíamos de aceptar.

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DISTORSIONES Y “POPULISMO PENAL”

El triunfo de la Impunidad en Colombia.

Parte 1: Salvatore Mancuso


Escritura: Laura Langa Martínez

Fotografías: Ariel Arango Prada

Fotografía de portada: Stephen Ferry (cortesía) de su libro VIOLENTOLOGÍA.
-Salvatore Mancuso en Tierralata, Córdoba, Colombia, 2003.

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